Estamos convencidos que, en
términos generales, estamos mejor que hace 20 ó 10 años, por lo menos en lo que
a economía se refiere y así mismo que podemos y debemos estar mejor, con la
gran salvedad o precisión que esta situación a mejorar para la mayoría de la
población, con menos pobres en términos absolutos y relativos, con disminución
de las brechas entre ricos y pobres, o sea superar la pésima distribución de
ingresos.
Para
tener un futuro mejor que, repito, todos o casi todos queremos, es necesario
mejorar no una variables aislada, o una sola dimensión, la económica, sino
todas las otras, esto es, la política, jurídica, social, institucional,
tecnológica, ambiental.
En
lo económico debemos incrementar y mejorar la inversión pública y privada pues
ella genera producción y empleo de los factores productivos y con el uso de
éstos, obtenemos los bienes y servicios que van a significar el producto bruto
interno.
En
lo político – jurídico, hay que mejorar “las reglas de juego”, las normas, la
administración de justicia, la firmeza y predictibilidad de las decisiones y
acciones de los agentes económicos, comenzando por el propio Estado.
En
lo social, hay que promover la inclusión y movilización social, superando
paradigmas y comportamientos anacrónicos e injustos, causantes de frustraciones
y desmanes populares, con lo que se genera inestabilidad y condiciones
especialmente utilizables para la represión y con esta se llega a la espiral
nefasta de enfrentamientos sociales.
Todo
esto “juega” en cualquier país, incluido el Perú naturalmente, pero respecto a
la estructura de su población, con fuerte incidencia de niños y jóvenes, que se
representan una fuerte y creciente demanda de servicios esenciales de salud,
nutrición y educación. Vale decir es preciso pensar y actuar sin miedo, sin
retardos ni dubitaciones en una Economía de Guerra contra el subdesarrollo,
contra la enfermedad, la desnutrición y la ignorancia que dañan a nuestros
niños y jóvenes de manera irreparable e irreversible hasta el fin de sus días.
Esto
debe tener como correlato inmediato, utilizar a nuestras fuerzas con
instrumentos que brinda el sistema democrático, equitativo eficiente que debe
tener cada vez mayor vigencia en el Perú, como es el Banco de la Educación a
impulsar, crear y desarrollar con participación de los sectores público y privado.
Con el buen desempeño de este Banco a crear se podrá pensar en mayor inversión
en educación, con mayores y mejores oportunidades, primero de educación, y
luego de empleo (mayor y mejor empleabilidad) con lo que se incrementarían los
ingresos y por tanto la dinamización de la economía. Facilitará la inversión en
ciencia y tecnología, en investigación básica y aplicada.
Que
algunos, políticos y autodenominados “no políticos” sigan hablando una y otra
vez e la ingenua, que no llega, de asignar el 6% del PBI para educación en el
presupuesto anual del sector público.
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