El plantear un
problema es afinar y dar mayor precisión a la idea de investigación. Este paso posterior
a la elección del tema puede, en algunos casos, ser inmediato o llevar mucho
tiempo, depende del conocimiento y dominio que el investigador tenga del tema.
El plantear el
problema significa interrogarnos con respecto a los aspectos de la realidad que
precisamente no se conocen. Cuando establecemos estos interrogantes de un modo
preciso, por escrito, vinculando las diversas facetas que intervienen en la
consideración de los mismos, podemos decir que hemos logrado ya formular el
problema de indagación que nos interesa. Esa formulación es, comprensiblemente,
parte esencial del anteproyecto.
Un problema
correctamente planteado está parcialmente resuelto, a mayor exactitud en la
definición mejores posibilidades de obtener una solución satisfactoria.
Se deberán tener en cuenta tres pasos:
- El problema debe expresar la relación entre dos o más variables.
- Debe estar formulado claramente sin ambigüedades.
- El planteamiento debe permitir la posibilidad de una prueba empírica, es decir debe ser observable en la realidad.
- Para detectar un problema debemos conocer previamente la situación, el hecho o el proceso. Sólo así seremos capaces de elaborar algún tipo de explicación de lo que estamos observando.
- El problema debe ser útil, es decir realizar un aporte.
- Tener en cuenta la originalidad, en lo posible que no haya sido investigado o al menos desde esa faceta.
Para completar el interrogante del problema, se formulan otras preguntas que apunta a direccional mejor y acotar el objeto de estudio. En algunos casos a este paso se lo llama sistematización del problema.
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